Carlos Edmundo de Ory nos deja, a modo de una larga carta de ida y vuelta, una emocionadísima evocación de su gran amigo Eduardo Chicharro y de su combate por devolver a la imaginación un lugar preeminente en la creación poética. Además, nos sitúa en el espacio estético, emotivo y espiritual que dio origen a la estética postista.....
"–¿Qué es decir, Carlos, qué es decir
cosas...si cuando se dice no se atina a decir lo que sabemos? Nada de lo fijo
es fijo y las cosas se pierden allá en lo condicional. Siempre hay un pero para
todo y un casi, pero lo más terrible es que hay una anulación de todo. Tomamos
palabras y las vamos colgando a las ramas del árbol del Concepto, pero cuando
queremos expresarnos, cuando queremos decir lo que sentimos entramos en la gran
Torre de Babel. Ya es como si no nos entendiéramos los unos a los otros. ¡Qué
falsas son en nuestro verbo las personas Yo y Tú! No pueden hablar. ¡¿Dónde
está el ser afortunado que haya dicho "Yo" –y dónde el que haya dicho
"Tú"?! No saben, no pueden. Nadie ha podido nunca. Y sin embargo, lo
hacemos. Y nos parece que nos entendemos; no. Nos oímos y nos escuchamos, pero
no nos entendemos. ¡Qué ajenos estamos los unos de los otros por la palabra!
Como extranjeros hablamos distintas lenguas, cada cual la suya. ¡Qué terrible
condición: sólo podemos monologar o hablar de terceras cosas!
Sólo
nos cabe soñar. Hablemos, pues, de sueños...Y soñemos al hablar. Pero no
digamos lo que sintamos porque nadie nos ha de entender. Yo no quiero decir ya
nada, nada mío. Yo no quiero escuchar ya más que las locuras que se digan, las
sandeces y los disparates. Quiero oír las blasfemias, los llantos y las
maldiciones. Y no me fijaré más que en lo que dicen los niños, y no atenderé
sino a los poetas. Pero a los verdaderos. A esos que no dicen lo que creen o lo
que sienten, sino lo que oyen desde lejos o desde dentro.
A
ti sí, quiero oírte, Carlos. Quiero que me cuentes cosas de esas que sabes que
no sabes. Cuéntamelas muy serio. Inventa cosas aquí a mi lado, para que yo no
intente ni creerte, y pueda soñar sueños raros aquí dentro de mí."
1 comentario:
Genial carta, parece más bien un soliloquio con una voz que se levanta muy de adentro y nos hace un llamado a descubrir la importancia real de las palabras, en este deseo de acercamiento que llevamos dentro, y que a veces, al salir de nuestro interior se convierte en ondas distorsionadas como cuando tiramos una piedra al río. Al final la pureza de la piedra y del agua es lo que realmente importa.
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